La impulsión es el deseo continuo de ir hacia
adelante. Que el caballo tenga ganas de avanzar libremente. La naturaleza del
caballo implica movimiento constante, se mueve con fuerza y ligereza bajando su
grupa y metiendo sus pies, su tren anterior se levanta y su dorso se redondea.
La base de una buena impulsión es la libertad de movimientos. El motor del
caballo está en los cuartos traseros, esa energía unida a un buen ritmo de
movimiento crea la impulsión, que muchos dicen debería existir hasta en la
parada. Cuando un caballo está parado y con la mínima indicación de su jinete
sale hacia adelante, respondiendo a las ayudas de las piernas de
inmediato.
Podemos afirmar que
la impulsión nace en la mente del caballo y acertaríamos si dijéramos que para
la impulsión el caballo tiene que estar motivado. Comprobamos que caballos sin
motivación y sin ganas de nada carecen de impulsión y para que caminen tenemos
que usar continuamente nuestras ayudas de piernas. Nuestros caballos siempre
tienen que estar motivados.
Percibimos la impulsión cuando a través del
remetimiento de posteriores el caballo produce una energía y propulsión en su
tercio posterior, ese empuje pasa a través de un dorso flexible y de su cuello
llegando a la boca del caballo. Se premia al caballo que mantiene la impulsión sin la necesidad de estar aplicando
continuamente las ayudas de piernas.
Trabajar con el dorso conectado es que la fuerza que
viene del empuje de los posteriores vaya hacia adelante a través de un doro
flexible y descontraído, consiguiendo un movimiento uniforme en cada aire, ese
movimiento uniforme es el ritmo.
Para conseguir la
impulsión y que meta los posteriores tiene que tener unos abdominales fuertes. Para conseguirlo
trabajamos al caballo en subidas y bajadas pie a tierra y montado, para
facilitárselo el jinete se mantiene en suspensión inclinado un poco hacia
delante. Trabajar el trote levantado y el galope en suspensión. Trabajar en
pista pasando barras de tranqueo y cavaletti. Entrenar realizando
unas transiciones, crecientes y
decrecientes a los tres aires ganando cada vez más reunión. También creamos
impulsión dejándole libre la cabeza
para que la pueda colocar donde necesite y mantenemos el ritmo sin acelerar. Por
ejemplo conseguir el paso de escuela, que es diferente al natural con mayor
impulsión ritmo y cadencia.
La huida hacia
adelante que debemos controlar con presión en las riendas no es verdadera
impulsión. Si dejas al caballo con las riendas sueltas con ligero contacto y él
sigue con el mismo aire y velocidad sin precipitarse con trancos cortos, esa es
la verdadera impulsión.
No es impulsión si
avanza porque usamos insistentemente las espuelas y le obligamos a un
movimiento que carece de libertad. Muchos caballos que se han desensibilizado
demasiado en su doma luego no responden a las piernas y tenemos que usar las
espuelas, por eso hay que tener a los caballos sensibles, que a la mínima presión
respondan.
Philippe Karl el creador de la “escuela de la
ligereza” dice que, «La impulsión depende de la obediencia a las ayudas de la
pierna y es el resultado de un meticuloso adiestramiento. Mientras la mano
actúa directamente sobre la boca a través de las riendas, no hay ninguna
conexión directa entre las piernas del jinete y los posteriores del caballo. Por
naturaleza la pierna no posee un efecto de estimulación hacia adelante, sino
todo lo contrario».
En la doma de un potro lo primero que tenemos
que conseguir es su confianza, cuando confíe en nosotros nos dejara montarlo en
el campo que es un lugar idóneo para desarrollar su impulsión. En el campo
dejamos su cabeza libre, si no se lo permitimos no puede trabajar bien con sus posteriores, no
molestamos tanto con las riendas y tenemos en cuenta lo sensible que es la boca
del potro. Nuno Oliveira decía que las primeras montas del potro en picadero se
debían de hacer con cabezada de cuadra. En doma natural, cuando trabajamos al
potro en picadero redondo conseguimos que no esté tenso, que esté descontraido,
sin tensión la impulsión es elasticidad y ligereza. En picadero no es lo mismo
que en el campo porque en picadero no vamos a ninguna parte y el caballo se
desmotiva. El potro en las primeras montas tiene que buscar el equilibrio que
le falta, para ello el jinete tendrá un asiento un poco en suspensión y una
postura que ayude al caballo, es bueno que al principio nos ayude alguien a
llevar al potro del ramal.
Cuando echamos al
potro adelante vemos que tiene ganas, notamos su impulsión si sus pies superan las huellas de sus manos,
así se empuja bien, se genera una fuerza en los cuartos traseros que va hacia
adelante fluidamente pasando por su dorso a través de unas lumbares elásticas.
Cuando hay una tensión ya sea física o emocional las lumbares se contraen y no
puede existir impulsión.
En el adiestramiento del
caballo es necesaria una impulsión desde el principio. La impulsión depende de
la obediencia a la pierna, aumentando la impulsión aplicando más las ayudas de
las piernas.
Sobre los inicios del
potro Philippe Karl nos indica que, «El potro asustadizo al principio
reacciona cuando le rodeamos con las
piernas de igual manera que ante un ataque de un depredador, o se queda
inmóvil, o intenta librarse del agresor. Por eso las espuelas tienen el mismo efecto que las garras del felino, sólo
hacen que reforzar la sensación de encontrarse en peligro de muerte. Las ayudas de la pierna, aprovechar el
instinto de huida del caballo asustadizo por naturaleza. Cualquier efecto
sorpresa, si proviene del ángulo muerto del campo visual del caballo, hará que
éste se sobresalte inmediatamente. Por eso en
los inicios de doma de un potro debe usarse la fusta y no las espuelas. La
fusta como ayuda, el caballo la respetará sin tenerle miedo y entenderá su
significado. El jinete acaricia todo el cuerpo del caballo con la fusta antes
de usarla, él estará quieto y tranquilo. Toda ligera presión de la pierna debe
generar aceleración evidente y directa. Si el caballo reacciona vacilante o no
reacciona en absoluto, completaremos la presión de la pierna en ese mismo
instante con la ayuda de la fusta (frecuencia e intensidad ascendentes). El
jinete tendrá las piernas relajadas. Si está continuamente pegada, abrazadora o
ruidosa es contraproducente (habla sin decir nada e insensibiliza al caballo).
La pierna tiene la virtud de proyectar al caballo hacia delante, sin fuerte
presión, sólo debe usarse para incrementar el movimiento adelante. Trabajar con
repeticiones, con descansos y recompensas en sesiones cortas».
El jinete nunca debe
contradecir las indicaciones de la pierna con la mano. Baucher dejo dicho «Mano
sin pierna, pierna sin mano» «La acción de las piernas debe preceder a la de
las manos. Las piernas dan la impulsión necesaria a los movimientos, la mano
hace el papel de moderador y de regulador».
Sobre el uso de la espuela Philippe Karl dice que, «Conseguida la obediencia a la pierna, se
pasara a que acepte la espuela. La
mayoría de los caballos reaccionan al uso de la espuela deteniéndose, la
espuela tensa los músculos del tórax y los músculos abdominales. Nunca debe
usarse para forzar la obediencia a la ayuda de la pierna mal establecida. El
jinete debe intentar que el caballo este quieto y tranquilo con el contacto
claro de las espuelas. Con caballos sensibles usar espuelas suaves. La función
de las espuelas es la de sustituir a la fusta de forma más precisa o que sea
una extensión de la pierna. Que la pierna caiga relajada sobre los lados del
caballo, pudiendo cesar su aplicación en cualquier momento. Que siempre este el
deseo de andar del caballo. Si usamos la pierna o la espuela cada vez más
fuerte lo único que conseguimos es la insensibilización del caballo. Los
talones elevados y el uso constante de las espuelas deberían ser sancionados».
Jaen
Licart escribió “Equitación Razonada” y “La doma”, son unos libros de equitación
muy importantes. Licart, mantenía a sus
caballos con toda su frescura, impulsión, alegría y con una boca deliciosa.
Hace unos años me hablo de él y de sus libros José Manuel Sales Pons (el cura),
el mayor Licartiano que conozco. Sobre la impulsión nos enseña mucho, dejo
dicho que, «La impulsión ilumina toda la equitación. El equilibrio en la
impulsión es la base esencial. La acción de la pierna parte de la pantorrilla y
va extendiéndose hacia abajo hasta la espuela, que el jinete hace sentir si es
necesario. A caballo se monta con las piernas, las piernas imponen disciplina
al caballo, no utilizarlas todo el tiempo con presiones continuas, usarlas con
acciones breves e intermitentes. El abuso de las manos nos lleva a resistencia
y defensas, para combatirlas, un solo remedio ¡adelante! La puesta en la mano
resulta del equilibrio en la impulsión, obtenido y conservado por la flexión
directa, resultando de la acción de las piernas y repercutida desde el tercio
posterior al tercio anterior». Paso a mencionar una reflexión importante que aparece
en el libro “La doma” de Licart: L´Hotte dijo «La impulsión como un chorro de
vapor que debe presentarse sin cesar en la mano del jinete» Si el caballo
invierte el cuello, el tubo que dirige el chorro de vapor revienta, hay una
fuga por debajo. En el encapotamiento la fuga es por arriba.
En
uno de sus muchos artículos José Manuel Sales Pons (El cura), nos habla de ir
adelante, de la impulsión y de la reunión, «Un caballo que para ir adelante
necesita que su jinete esté continuamente empujándole con las piernas y
apoyándose más o menos en las riendas, será un caballo que va adelante pero
cuya impulsión es prácticamente nula. Un caballo con buena impulsión no
necesita que las piernas le estén recordando a cada tranco que debe ir adelante
porque él ya lo sabe (si ha recibido una buena educación), para que avance
necesita meter más los pies, con lo cual el peso viene hacia atrás, o sea, las
espaldas estarán más ligeras; y si, además, la nuca la mantiene alta y el
cuello cerca de la vertical, el momento de la fuerza del balancín cuello/cabeza
se reduce, con lo que se gana en equilibrio sobre los pies. Porque al hacer que
suba de una manera natural, aunque costosa, el balancín cuello/cabeza, los
pies, naturalmente, entran más, es la reunión del caballo a cuya perfección hay
que aspirar».
David Muriel Holgado.
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