sábado, 28 de enero de 2017

LA REALIDAD DEL SANTUARIO WINSTON. AYUDANDO A LOS CABALLOS.



Acabo de leer el libro “Las vidas de Winston”, escrito por Dolo Pérez Molina que es la fundadora del Santuario. Me ha encantado y emocionado al leerlo, he aprendido mucho y ahora sé como Rafa y Dolo se metieron en esta aventura de defender a los caballos. Amar a los caballos sin límite desde la humildad. Lo dan todo a cambio de proporcionar a los animales el máximo bienestar. Llegan a sus manos enfermos, cansados y machacados física, mental y emocionalmente.
Los conozco hace años y he visitado varias veces este lugar, que ahora es Santuario. Ya resalte en otras ocasiones la gran labor que realizan en defensa, ayuda, recuperación de los caballos abandonados y maltratados.
Página tras página Dolo nos envuelve en multitud de situaciones que en cada una nos enseña algo nuevo y se va viendo como sin apenas darse cuenta, actuando desde el corazón, se van rodeando de caballos en muy mal estado y deciden crear una Asociación para ayudarles.
Cuando llegaron a La Cañada, Rafa regalo un caballo a Dolo, que le puso el nombre de “Winston”, en el libro explica por qué le puso ese nombre, también cuenta su relación con él, lo monta muy poco, pero descubre que disfruta mucho estando a su lado y observándole, aprende lo que necesita un caballo, que es compañía, libertad, seguridad y una alimentación adecuada. Lo cuida cuando está enfermo, cura sus heridas, busca el sitio más adecuada dependiendo de si es verano o invierno. Lo quiere con toda su alma. Me gusta mucho está frase de Dolo en el libro «Alza tus alas y vuela», refiriéndose a Winston en su fatal final.
Los primeros caballos que llegaron al Santuario fueron Ula, Bart, Bartola, Auka, Fenix, Lennon, Zeus, Lola, India, Curro, Tango, Argos, Tatu, Luna, etc.. Cada uno llego de una manera distinta, pero todos llegaron porque los humanos de los que dependían dejaron de darles de comer, los abandonaron sin curar sus heridas, no sanaron su cuerpo, los humillaron y despreciaron, los dejan tirados en una cuadra llena de basura. Los abandonan cuando están viejitos, después de haberles explotado. ¿Cómo a un ser vivo podemos considerar una propiedad, igual que a un coche?  Muchos de estos humanos llegan al Santuario utilizando el chantaje emocional, aprovechándose de la situación, amenazan de que si no se los quedan los llevan al matadero. Los abandonan y provocan accidentes, luego el dueño no aparece.
Cuantas noches en vela, cuantas operaciones, muchas actuaciones burocráticas, fatigas varias, luchar contra enfermedades, y darles el cariño que se merecen para curar sus heridas del alma. Todo eso aparece detallado en el libro. La evolución que se aprecia en la relación con los caballos, se hace evidente en cada página y desde que Dolo recibe a Winston, que al principio no sabe que hacer con él, no sabe si lo va a montar o lo tendrá para cuidarlo, la situación y su sensibilidad la van orientando, va aprendiendo todo sobre los caballos, y empieza a ver el interior especial de este animal. Conoce a través de otros la forma tradicional de cuidar y atender a los caballos, desde el control y el maltrato, pero se revela contra esto y lucha para que la gente con el único argumento de que «siempre se hizo así» deje de hacer daño al caballo.  Crece su cariño por este animal, no se acaba, aumenta con cada caballo que recibe, sabe que necesitan de su ayuda y que cada vez le satisface más velar por ellos y cuidarles. Leer este libro nos hace ver al caballo de forma diferente.


Nos describe como los caballos se relacionan entre ellos en bandas,  como se cogen cariño y se hermanan haciéndose inseparables, cuenta las rivalidades que existen entre machos y el instinto de proteger a la manada. Ha llegado la hora de devolverles la dignidad, de verles como seres libres y de dejar de tratarlos como a esclavos.
Cuando Dolo puso «FIN» en su libro, Las vidas de Winston acababan de empezar, desde entonces muchos caballos han tenido la fortuna y el privilegio de llegar hasta aquí. Si no vais a leer este libro, os puedo hablar del estado lamentable en el que se encontraba Fenix cuando llego, en los huesos, tan delgado, lo débil que quedo cuando le quitaron el tumor, como José el Veterinario le detecto piroplasmosis. De la operación de la hernia de Bart en un garaje desinfectado. La odisea cuando iban a operar a Lennon de una hernia y del pene que no sacaba para mear. De que Tatu llegó porque lo iban a llevar al matadero al haberse cortado una pata con alambre de espino. Así uno tras otro, con la misma o más  ilusión que al principio.
Montaré un Refugio o ayudaré a Santuario Winston   http://santuariowinston.org      Haz tu donativo en Num de cta. ES83 2038 1925 9160 0017 2644 es de Bankia.


David Muriel Holgado

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