Va de caballos y depredadores.
Hace un tiempo en el campo, cerca de unas fincas, por un camino, vinieron corriendo hacia mí, más de diez perros, al principio creí que venían en plan amistoso, pero enseguida vi en los gestos del primero, el que llevaba la voz cantante, que se trataba de un ataque. Me rodearon, quedándome en el centro del círculo, no tenia escapatoria, ladraban y se abalanzaban sobre mí, supe que si uno lograba acobardarme y morderme, los demás le seguirían y sería el final. Dando vueltas y sin perder de vista a los furiosos perros, me agache y cogí una piedra del suelo. Ese gesto me salvo la vida y se fueron enseguida.
Así me siento ahora, atacado por la jauría humana. El que más pone es el que más pierde. De bien nacidos es estar agradecidos. No podemos compararnos con los caballos, ellos llevan en el planeta varios millones de años más que nosotros. Hay una clara diferencia entre nosotros y nuestro amigo el caballo, que es un animal fiel, no nos cuestiona, ni nos juzga, nos sigue si somos buenos líderes, si nos portamos mal con él no quiere estar con nosotros. Los humanos somos depredadores, por eso somos sumisos y vamos con el famoso, con el dominador, con el manipulador. Nos mueve el figureo, el protagonismo, las ansias de poder, el liderazgo infortunado; nos confabulamos para humillar al prójimo. Por eso el titulo de este escrito “La injusticia de la mayoría”, en esta mayoría que nos apoyamos perdiendo la vergüenza, siendo descarados y desagradecidos. Cantidad de despropósitos que definen nuestra condición humana.
David Muriel Holgado.
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