martes, 21 de febrero de 2012

NUNO OLIVEIRA


Nuno Oliveira nació en Lisboa el 23 de junio de 1925. Murió en Australia el 2 de febrero de 1989. Fue reconocido y aclamado en todo el mundo como uno de los últimos grandes maestros de la equitación clásica. Se decía que pertenecía a una edad de oro de la equitación académica y artística formada por De La Gueriniere y Francois Baucher, al que Nuno tenía gran admiración, a Baucher lo menciona con frecuencia en sus libros. También admiraba a “Schurhebis” diciendo que probablemente fuera el mejor. Nuno Oliveira no sólo fue un gran instructor, jinete y entrenador, también fue una persona extraordinaria. Fue condecorado varias veces por el Gobierno portugués. Era reconocido a nivel mundial. Con gran talento, fue hombre muy disciplinado con un amor exagerado por los caballos, junto con una gran capacidad de comprensión y visión, con gran potencial convirtiéndose en una excepción. Reiner Klinke dijo que Nuno Oliveira es una gran figura de la equitación de este siglo y un gran maestro.
Fue alumno de Joaquín Gonzáles de Miranda y un gran seguidor de las obras de Francois Baucher y la música operística. A menudo escuchaba a Verdi mientras montaba. Dijo que: “Es raro ver un jinete que esté realmente apasionado por el caballo y su doma, teniendo un interés profundo por la doma clásica con abnegación y haciendo de este extraordinario y sutil trabajo una de las motivaciones fundamentales de su vida”. Así era Nuno Oliveira.
Nunca cambio su rutina de trabajo, comenzaba a primerísima hora de la mañana trabajando con los caballos jóvenes, dando lecciones a los estudiantes, indicándoles que debían tener un control interno y externo con gran concentración. Al concluir un día agotador de trabajo aun tenia tiempo para hablar y discutir sobre su trabajo tomando una copa y fumando un cigarrillo que tanto le gustaba.
A caballo aparecía con una silueta inconfundible, aleccionaba que a caballo había que tener una parte superior estirada y un asiento formando un solo bloque con el caballo. Su cabeza aparece ligeramente inclinada como si intentara meterse en la cabeza del caballo, aconsejando a sus alumnos que no hicieran lo mismo.
Su doma es recordada como muy ligera y sus caballos sensibles, obedientes y felices. En su libro “Reflexiones sobre el arte ecuestre” de la Editorial Noticias 1993, decía: “No puedo controlar mi ira cuando escucho que el caballo debe ser permanentemente presionado contra el bocado”. Para el Maestro, el concepto de práctica y enseñanza debe basarse en la equitación clásica, la ligereza, la libertad, la belleza y la armonía.
Le gustaba hablar sobre su vida y sus caballos, de sus triunfos y fracasos. Algo importante para el era ayudar a la gente, considerando su deber de enseñar a la gente a montar bien a caballo. Sus caballos eran hermosos, equilibrados y ligeros. Su método reconocido en Europa, encaminado a obtener el objetivo de hacer al caballo atlético y redondo, después que nos lleve con facilidad confortablemente. Dejaba a los caballos descontraer recompensándolos con elogios y recompensas.
Del caballo “Pura Raza Lusitano” dijo que tiene el temperamento más amable del mundo y es el más equilibrado, dulce y servicial.
Sobre los jueces se asombraba que hubiera jueces puntuando a nivel de Gran Premio, si nunca han participado a ese nivel.
Decía que su hijo Joan Oliveira, era un buen heredero de su técnicas, que sabe más que nadie, que también sus estudiantes y su hija, que hay mucha gente que conoce sus métodos, y que ahí están sus libros donde se podrá encontrar todo lo que el puede enseñar. A continuación unas frases que nos dejo el gran maestro:
El Arte Ecuestre, es la identificación perfecta entre el jinete y su caballo. Es la armonía, que permite al caballo trabajar, sin ninguna contracción en sus articulaciones o en sus músculos, que le permite efectuar todos los movimientos con un placer físico, mental y con flexibilidad y ritmo.
“Cuando interviene la fuerza, el movimiento puede ser espectacular, pero se pierde la armonía del conjunto”
“A lomos de su caballo, el jinete se mantiene apacible para que el binomio se parezca a un centauro”
Mientras más se castiga a un caballo, más se apaga su fuego. Comenzar el piafar, con sólo la acción de las piernas y un día, si se toca al caballo con las espuelas, verá que parece que le han brotado alas.
“El fin de la doma, es erradicar en el caballo, la rigidez en las articulaciones, desarrollar en ellas la flexibilidad, la tranquilidad en el movimiento con una actitud bien equilibrada”.
El dorso ideal no es ni muy corto ni muy largo. Un caballo puede ser largo, sin tener un dorso largo. Es deseable una grupa larga, que una corta y estrecha.
“La mayor dificultad para un jinete radica en apreciar la medida justa de relajación y de energía que necesita emplear”.

El asiento del jinete forma una sola pieza con el caballo, con su dorso superior estirado pero flexible, sus piernas bajas, sin estar apretadas pero suavemente adheridas al caballo.
Nunca tirar de la boca del caballo.

“Es un error montar a un potro por primera vez con filete, aunque este acostumbrado a él, tendrá bloqueada la boca y se tensara su nuca y cuello, además el filete no le parara si se asusta, se asustara más y puede que se desboque”.
Las primeras montas con cabezada de cuadra.
“Siempre el ombligo a la mano y nunca la mano al ombligo”
Buena mano. La boca del caballo es sensible, tirar o elevar continuamente con las riendas, es inútil, solo sirve para fatigar los brazos del jinete y que el caballo tenga miedo, e insensibilizar su boca, endurecerla, hasta casi hacer imposible la parada.
Un caballo, nunca tendrá miedo de un jinete, que tenga tacto y sensibilidad, porque nunca le llevará por encima de sus posibilidades. Sabiendo cuando parar, cuando premiar y cuando pedir más esfuerzo.
Si no puede quedarse unido, excepto por la fuerza y tracción sobre las riendas, estará sin alegría, ligereza y flexibilidad.
La memoria del caballo. Es asombrosa. “contentarse con poco y premiar frecuentemente”. Dejar al caballo, todavía con ganas y con una buena impresión, para la próxima lección.
El caballo recordara cuando ha sido castigado forzándole a ejecutar un ejercicio, y siempre que se le pida se pondrá en tensión y se rebelara ante la expectativa del castigo.
Miedo. Profundo instinto atávico permanece muy presente en el caballo, pues como todos los herbívoros han mantenido esta base del miedo, para responder con la huida al menor síntoma de peligro o situación desconocida.
Cuando a un caballo miedoso, le trastorna cierto objeto, tal como un vehículo, charco, etc., y se le obliga a pasar cerca de dicho objeto con violencia, su miedo nunca desaparecerá. Cada vez que tenga que pasar por el objeto o el lugar, recordará el castigo violento y nuevamente se trastornará. Hay que darle confianza y presentárselo suavemente tal como si no le tuviera miedo.
La voz, los premios y las caricias, permanecerán grabadas en su mente y sabiendo como usar estas preciosas ayudas en las lecciones de doma, es como se aprecia un buen jinete.
“adiestrar a un caballo no es sólo ganar su sumisión, como se dice a menudo. Significa también asegurarse de que el caballo disfrute de lo que se le pide. En la vida, cuando dos seres vivos dan lo mejor de sí mismos para realizarse, sucede algo maravilloso”.
David Muriel Holgado

miércoles, 15 de febrero de 2012

LOS DOS LADOS DEL CABALLO.


Un día un conocido me dijo lo siguiente: -Cuando voy montado en mi caballo, le pongo al galope, le pido que gire a la derecha, y de repente pega un brinco y salta hacia la izquierda. Me asusto, y con dificultad controlo a mi caballo. Le conteste que: -Tu caballo no te conoce por el lado derecho, tienes que trabajarle ese lado. Se sorprendió -¿cómo que no me conoce por el lado derecho? -Desde siempre nos enseñaron que al caballo hay que entrarle por el lado izquierdo, llevarlo del ramal por la izquierda, montar por la izquierda etc… No hay ninguna razón para que esto sea así.
El caballo tiene visión independiente en cada ojo, viendo cosas distintas de cada lado, por eso muchas veces quieren volverse para ver lo que pasa del otro lado.
Los caballeros llevaban su espada a su lado izquierdo, para desenvainarla con su mano derecha, de ahí viene el que se monte por el lado izquierdo del caballo, así no le estorbará la espada al montar, también sujetan las riendas con la mano izquierda para sacar la espada con su mano derecha. Esta costumbre quedo arraigada y se enseña que el caballo es más manejable por el lado izquierdo. No es así, además es obligación del jinete enseñarle los dos lados, trabajándole y acostumbrarle por igual, es difícil quitar costumbres.
Tengo un potro en doma que le paseo mucho del ramal, va bien por los dos lados, incluso a veces sin saber por qué, cuando lo llevo del lado izquierdo él me busca y se pone del lado derecho. Cuando le sacaba a pasear le dejaba que se pusiera a pastar, yo me colocaba por igual a los dos lados, si volvía su cabeza para verme, le dejaba, me iba conociendo por los dos lados. Si estaba pastando sujeto del ramal, éste muy suelto, me subía encima de él de barriga, tanto por la derecha como por la izquierda. En sus primeras montas, me tiraba de barriga y le dejaba que volviera su cabeza para que viera que en el lado derecho aparecía mi cabeza y mi brazo, así como cuando empecé a apoyar mi pie en el estribo, me elevaba para que se habituara a tener algo encima de su cabeza, que también es algo que les suele asustar mucho.
Trabajarle el lado derecho desde el suelo, haciéndole flexiones a los dos lados más al derecho y nosotros a ese lado, nos subimos en algo nos apoyamos en la montura pasamos nuestra mano y nuestra cabeza al otro lado, ir montado en un caballo y al que estamos enseñando lo lleva un ayudante del ramal, nos acercamos a él colocándonos poco a poco encima de él pero sin montarlo. La habituación es gradual, le presentamos un poco de lo que le asusta y cuando pasa de eso aumentamos hasta que se habitúa, luego hay que repetir mucho para afianzarlo.
Un día no tenia ayudante, estaba yo solo en el picadero redondo, con una yegua que estaba domando, ya la había montado otras veces, ese día la sorprendí en su lado derecho, creía que ya me conocía desde ese lado pero no era así, me subí apoyando el pie en el estribo, salió hacia adelante unos metros con tanta fuerza que me golpee mis costillas con el borrén trasero de la montura, no ocurrió nada porque aun no había pasado mi pierna al otro lado. Empecé a manejarla más por ese lado, haciéndole flexiones, poniéndole la montura por ese lado, hasta que se habitúo y hasta hoy, gira bien a la derecha sin ningún problema.
La mayoría de las veces que un caballo va mejor hacia un lado que al otro es por ese motivo, porque no se le ha enseñado a ir por ese lado. Cuando damos cuerda hay que procurar que vaya a derecha y a izquierda, suponiendo que al caballo le guste ir a la cuerda, que se da el caso de que a muchos caballos no les gusta dar vueltas a las ordenes de un jinete que está en el centro del picadero sujetándole con una cuerda con una mano y con una tralla en la otra. Aunque reconozco que con la cuerda a la cabezada de cuadra, sin utilizar serreta, es muy útil que vaya a la cuerda a los tres aires y que aprenda a parar a “la voz” de “Soo”. A veces no le obligo a que vaya a la cuerda, lo pongo a riendas largas al principio a la cabezada de cuadra y una vez acostumbrado se pueden poner al filete o mejor poner el filete atado a las argollas de la cabezada de cuadra y poner ahí el mosquetón de las riendas largas, en el picadero situándome en el centro del mismo y así si va bien. Cuando hace círculos en el picadero con riendas largas yo me muevo haciendo círculos más pequeños, nunca me quedo quieto en el centro, si es necesario también corro con él, eso le ayuda para seguir. Otras veces lo suelto en libertad en el picadero redondo aunque ya esté domado, le hago ir a un lado y a otro sí se puede a los tres aires paso, trote y galope, cuando viene a mi de frente nunca le echo, le recibo, le acaricio y busco sus cuartos traseros para echarle de nuevo, yo en el picadero con una cuerda larga para echársela y animarle. Corro con él, hago piruetas y el da vueltas, se para, viene hacia mí, me acompaña, esto siempre que no esté distraído con otra cosa más importante para él, como desear estar pastando con sus amigos, etc… Esto es coordinación, es una cualidad importante del caballo por la que nos permite montar en él, si no nos coordinamos en el suelo, cómo será si montamos encima de él. A caballo si movemos nuestras piernas, el caballo moverá las suyas, si movemos nuestros brazos él moverá los suyos, si estamos rígidos como una tabla, él se pondrá rígido igual, querrá salir de esa situación incomoda. Es difícil ser el líder subido a caballo, del ramal te sigue, te ve y se siente seguro, encima de él, no te ve, siente tu peso y tu tensión en su dorso, que vaya hacia delante porque tu se lo pides y que se sienta seguro de que lo que le pides lo puede hacer y que nunca le expondrás a ningún peligro.

David Muriel Holgado

martes, 7 de febrero de 2012

EL PARTO DE LA YEGUA

Incluso a gente del mundo del caballo con mucha experiencia, le gusta intervenir cuando su yegua va a parir. Nuestro afán de controlar creyéndonos superiores nos empuja, a veces, tal vez con intención de ayudar intervenimos en el nacimiento de su potrillo. Y encima nos lo creemos, pensamos que sin nuestra actuación no habría salido bien.
Conozco a ganaderos que han tenido pocas oportunidades de ver parir a sus yeguas. Millones de años antes de la domesticación parieron solas y lo siguen haciendo.
No quiere que controlemos el parto, reteniéndolo buscan estar solas, si estamos presentes provocamos un estrés que perjudica a las señales que forman el vínculo maternal, la bajada de la leche y las contracciones del útero que son las que le ayudan a expulsan la placenta. Durante el parto se queda detrás de la manada, escoge aislarse para crear un vínculo con el potro.
En este video comprobamos lo que no debemos hacer durante el parto, ella sola lo habría hecho mejor, con la intervención del hombre se impide que la yegua lama al potro y lo huela, rompiendo la unión afectiva inicial entre madre e hijo. No utilizaremos el llamado imprinting, no es necesario, diría que perjudicial, trabajaremos con el potrillo en los días siguientes.



Los síntomas que nos indica nuestra yegua que se aproxima el momento del parto son: Sus mamas se hincharán, los días anteriores permanecerán siempre abultadas. Aparecerá en los pezones una sustancia similar a la cera. Podrá aparecer algunas gotas de leche en los pezones, en las primerizas la leche se creara después del parto. Evidencia del acercamiento del alumbramiento es, el relajamiento de la cola y la inflamación de la vulva. La yegua sudara mucho y estará excitada e inquieta, se tocara el vientre con la pata, echándose y levantándose.
Las yeguas paren normalmente al amanecer, el parto se presentara entre 335 y 340 días después de la concepción. Llegado el momento del alumbramiento, puede ser recomendable encerrar a la yegua en una cuadra de grandes dimensiones con una cama de paja abundante, donde podamos vigilar sin estorbar, puede ser a través de una ventana o con una cámara de video. Hay yeguas que si se encuentran encerradas se ponen muy nerviosas, si es así se la dejara en un prado libre.
Levantara la cola y echara un liquido pardusco por la vulva, a esto se le llama romper aguas; saldrá una burbuja transparente con un fluido claro. El potro si viene en posición normal primero asomara las pezuñas delanteras, un pie algo más adelantado que el otro, la yegua ya tumbada, luego la cabeza y con las contracciones y el esfuerzo de la yegua salen los hombros a través de la pelvis, el parto es rápido en total dura unos veinte minutos. La bolsa del líquido amniótico se romperá al estirar las patas el pequeño, es importante que esta bolsa deje libre la cabeza del potro, para que pueda respirar.

Después del parto, la yegua gira la cabeza y huele las aguas haciendo el gesto ”Flehmen” para saborear una feromona que cambia sus hormonas, relincha suavemente para estimular al potro. Lame al potro justo después de nacer, para estimular su circulación, conseguir quitar la bolsa de su cara y así pueda respirar, limpiándole y absorbiendo su olor especial. La yegua queda tumbada 25 minutos, en este tiempo la sangre de la placenta pasa al potro a través del cordón umbilical, que esta sangre pase al potro es importante para su desarrollo teniendo sustancias beneficiosas, cuando se levanta, este cordón se rompe, el potro empieza a querer ponerse de pie, orientándose con los relinchos de la madre, es normal que el potrillo se caiga y se tambalee varias veces antes de mamar.
En las dos horas siguientes al nacimiento, el potro consigue mamar el calostro de la primera leche, muy necesario al poseer substancias inmunizadoras contra las enfermedades y protectora contra las infecciones. No debemos intervenir si no es necesario, si pasada media hora el potro no ha salido por completo debemos agarrarle por las pezuñas y tirar de él suavemente pero con firmeza. La placenta se desprende de la yegua después del alumbramiento, debe caer espontáneamente en unas horas, si queda fuera de la vulva se debe atar a la cola y esperar que la eche de forma natural. Se hace esto para que no la pise y se rasgue. Hay que extenderla para examinarla, tendrá que estar entera sin quedar nada en el interior, desplegadas las membranas de la placenta se verán los dos cuernos que nos indican que está completa.
El ombligo es un conjunto de vasos que unen la placenta de la madre con el vientre del feto. Después del alumbramiento el cordón suele cortarse al incorporarse la yegua o al moverse el potro. Si no es así habrá que cortarlo procediendo de la siguiente forma, se hará un nudo a cuatro centímetros entre el abdomen del potro, dejando un espacio se hará otro nudo, entre los dos nudos se realiza el corte. Se utiliza un antiséptico desinfectante para esterilizar el ombligo, con esto evitaremos infecciones y que los gérmenes pasen por este lugar. El ombligo cicatrizara de forma natural. Tardara varias semanas en ser absorbido por la piel del potro, y si las cosas salen mal veremos una posible hernia si observamos algún abultamiento.
El potro defecara y orinara una o dos horas después de nacer, los primeros excrementos se llaman meconio, le costara un poco y serán bolas duras y oscuras, semejantes a las heces de las ovejas, un poco más grandes.
Durante la semana después del parto veremos que la yegua tiene sangre pardusca en su vulva y en sus ancas, es una segregación normal al tener que echar los residuos del alumbramiento.
En el caso de que la yegua muera en el parto, puede ser conveniente tener en cuenta que alguna yegua de los alrededores haya perdido a su potro y pueda amamantar al nuestro. Es posible comprar algo de leche antes del parto por si ocurre lo peor, y dársela con un biberón.
Las primerizas cuando dan a luz a su hijo en ocasiones se asustarán, se pondrán de pie bruscamente rompiendo el cordón, la sangre saldrá de la bolsa amniótica, haciéndonos pensar que es una hemorragia, al ser solamente la sangre que recibiría el potro si no se hubiera roto el cordón.
La yegua puede rechazar al potro, se da con más frecuencia en las primerizas, si no tiene leche se resiste a que busque el potro, hasta puede que lo eche, ayudaremos a la yegua con hormonas y le ponemos calostros en el biberón al lado de la ubre donde sepa donde buscar. Otros casos de rechazo, se da en yeguas que no han visto nunca a un potro, tiene miedo del potro, está sorprendida, se encierra al potro en una esquina protegiendo al potro con barras, se ordeña a la yegua y se le da al potro la leche. A veces el rechazo viene por un parto difícil, con dolor, e interferencias, provocado muchas veces por nuestra presencia.
Los primeros momentos del nacimiento son para la madre. No se utilizara el llamado imprinting, no es necesario, incluso es perjudicial trabajar al potro después del parto, trabajarlo al día siguiente, no forzarle a que se tumbe, ni frotarle con plásticos. En unos días le tocamos todo su cuerpo, nos agachamos a su lado, le bloqueamos con los brazos, levantaremos sus pies, le frotamos con cuerdas, esperaremos un tiempo para ponerle la cabezada de cuadra, si lo hacemos pronto dañaremos sus vértebras tiernas.

David Muriel Holgado