Tuve que madrugar pero mereció la
pena, ver en pista a Vanesa Ugarte (alumna de Lucy Rees) “ahí es nada” y una
yegua castaña sin domar (cerril, cerrera) de 5 años, recién venida del campo,
en un picadero redondo improvisado que yo no metería a mis potros por muy
amansados que los tenga, sobre todo con el ruido que había en el pabellón, la
cantidad de focos y las idas y venidas de la gente, al otro lado una pista de
calentamiento de saltos. Picadero hecho con dos cintas anchas de pastor
eléctrico.
Ya había tenido una sesión de
Doma Natural el día anterior, el lugar no es nada indicado para la yegua y en
cualquier momento puede asustarse y huir, le acompaña fuera del picadero pero a
pocos metros de ella su hermana también castaña, muy “hermanadas”, si no
estuvieran cerca estarían mucho más nerviosas de lo que estaban. Cuanta
sensibilidad, suavidad, claridad, dulzura, delicadeza desprendía Vanesa, todo
esto lo percibíamos nosotros y la yegua más, poco a poco la envolvía en una
tranquilidad y relajación, que como por encantamiento la yegua la seguía y
realizaba todas sus peticiones apenas sin darse cuenta, solamente porque Vanesa
que ya es amiga suya se lo pedía con buenas maneras.
Con nada de presión, no es lugar
para ejercerla, si se asusta huye y se puede crear un desastre. Le había puesto
una cuerda al cuello y el resto en su dorso para que se acostumbrará a ellas,
si la cuerda cae, la yegua se asusta un poco, la mira y ve que no es ninguna serpiente,
luego pone la cuerda por el paso de cincha para acostumbrarla a una ligera
presión, así se acostumbra a la cincha, acompaña a Vanesa y atiende su petición
de parada, todo ello sin tocar a la yegua, si quiere se puede ir, pero quien no
quiere estar con su amiga Vanesa, que le ofrece compañía, seguridad y muy buen
rollo. Ahora pasa otra cuerda por detrás, encima de sus corvejones, un lugar
especialmente delicado al ser un sitió donde los depredadores atacan para
rasgar sus tendones e inmovilizarlos y eso por instinto la yegua lo sabe, puede
estar en peligro su vida, la forma de introducir la cuerda es paso a paso para
que se habitúe, por eso está tranquila, no muy atenta porque hay muchas
distracciones a su alrededor, pero Vanesa consigue que la acompañe y esté
pendiente de ella en todo momento. También utiliza una gran delicadeza cuando
le toca todo su cuerpo y no ahorra en caricias muy suaves que la yegua acepta,
incluso con su pañuelo, le toca sus manos pidiéndole los pies, conformándose
con un ligero movimiento. Sus patas y pies son necesarios para la huida por eso
a los caballos no les gusta que se los agarren.
Tocaba enseñar la rienda abierta
(directa), pone una cuerda con el mosquetón en un lado de su cabezada y pasa la
cuerda con sumo cuidado por detrás encima de sus corvejones y molestando con
toquecitos hace girar a la yegua a ese lado, cambiando de lugar para que no
caiga en el “efecto sitio” (si se acostumbra a hacer algo en un sitio, siempre
hará lo mismo allí) se lo pide hasta tres veces del mismo lado, con esas
repeticiones puede ser suficiente por ahora, aprenden muy rápido (también lo
malo). Luego la pone con riendas largas, soltándose el pelo Vanesa coloca la
goma de su coleta en la cabezada para ajustar la muserola, poniéndose un poco de
lado dejando que baje la cabeza para que la yegua la pueda ver, así estará
tranquila, hasta ahora no había ido nunca detrás donde no la puede ver. Enrique
Zunzunegui explica todo lo que ocurre por los altavoces. Y en todo momento
atento el compañero de Vanesa.
Le presenta la manta para que
pueda olerla, nos comenta que la yegua está captando un montón de información
de esa manta, al tener el olor de muchos caballos. La tira en el suelo y la
yegua con curiosidad se acerca a olerla, luego la pasa por todo su cuerpo para
que se habitúe, dejándola en su dorso para acostumbrarla a que ahí tiene que ir
la silla.
En todo momento Vanesa esta
hablando a la yegua, con palabras que no puedo entender, pero que con un tono
suave, no solo embruja a la yegua, como si acunara a un bebe, en todo momento
felicitando, con movimientos afirmativos de su cabeza, “hola bonita, buena
chica, holaaa, pichi, pichina, oh si”… Enséñanos tu leguaje. Vanesa silba
cuando trabaja con la yegua, si silba respira y no está tensa, si no está tensa
la yegua lo nota y se crea un buen clima, no se puede trabajar cuando tenemos
miedo y estamos tensos. Sigue en todo momento con su lenguaje con sus
movimientos pausados, pero certeros con una danza clara y seductora que yo
nunca había visto. Vanesa tiene un don con los caballos, ha nacido para esto.
Las imágenes tan especiales cedidas por Lula Baena. Con estas fotografías
sobran las palabras.
David Muriel Holgado
caballoduende@yahoo.es Tel: 658183439
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