Entendemos el ego a nuestra manera. A
muchos maestros del mundo del caballo les he oído decir que no debemos actuar
con ego, que cuando estemos con el caballo hay que estar sin arrogancia, hay
que ser muy auténticos. Haciendo un pequeño estudio del ego, sobre todo de las
enseñanzas del filósofo y pensador Wayne Dyer “el padre de la motivación”, he
llegado a conclusiones y estas nos pueden servir no sólo para estar con los
caballos, sino para ser cada día mejores en nuestra vida.
La autoestima es necesaria,
necesitamos valorarnos a nosotros mismos positivamente. Es importante amarse a
sí mismo, ese amor propio nos lleva a amar a los demás, para eso necesitamos la
autoestima.
El ego es el yo, yo, y yo. Un exceso
de autoestima que nos hace exaltar nuestra propia personalidad. Luchamos para
que todo gire a nuestro alrededor y necesitamos ser el centro de atención. Por
nuestro ego, el hombre se cree con derecho a modificar la naturaleza y a
dominar a los animales.
El caballo nos enseña que es mejor
vivir sin ego, él no lo tiene, por eso no tienen la capacidad de odiar, no se
frustra como nosotros, no pelea con las personas, ni persigue a sus victimas,
no entiende de competiciones como el hombre, que está con el deseo de ganar, solamente
compiten los sementales para conseguir yeguas y las madres para proteger a sus
crías. Por nuestro ego los llevamos a las guerras y los metemos en el circo,
ellos no necesitan ganar batallas, no entienden esas luchas nuestras, ni esa
manera de divertirnos.
Hay muchas cosas que le gusta al ego,
le encanta que ganemos, pero no siempre podemos ganar y cuando no ganamos nos sentimos
insignificantes, nos frustramos. Si queremos conseguir avances con los caballos
no vayamos con él con la intención de ganarles, las victorias vienen solas. No
discutamos con el caballo, debemos liberarnos de la necesidad de tener siempre
la razón, el ego nos quiere hacer esclavos de esa necesidad. Necesitamos estar
bien no necesitamos tener razón.
Se trata de ser mejor cada día, no de
ser mejor que los demás. Entre todas las especies nadie es mejor que nadie en
este planeta. El ego nos dice que valoremos a los demás basándonos por su
aspecto físico, por su riqueza, por sus triunfos, no hagamos caso al ego. No
nos impongamos al caballo, no es inferior que nosotros, juguemos con él, si queremos que confíe en
nosotros vamos a tratarlo como a un amigo, como a un amigo del alma.
Importante para avanzar es no tener la
necesidad de tener más. Más riqueza, más logros, más éxitos, nuestro ego nunca
estará contento, nunca le parecerá suficiente. Cuando adiestras a un caballo sí
le pides demasiado no conseguirás mucho, sí te conformas con poco llegaras más
lejos de lo que deseabas.
A tú yo profundo no le importa lo que
has logrado. Le interesa más como nos sentimos. Debemos ser agradecidos por las
habilidades que nos han sido concedidas, con ellas y una gran motivación hemos
logrado cosas que deseamos, la fuerza de voluntad la tenemos por nuestra
existencia y es la que debe llevarse el merito, no nosotros.
Mi amiga Lucy Rees en su libro “La
lógica del caballo”, dice que el caballo no reconoce la autoridad y no sabe lo
que es la obediencia. Nosotros al ser predadores sí, por eso queremos ir con el
famoso y el poderoso. El ego funciona haciendo que te preocupes de lo que
piensan de ti los demás. Actúa según te indique el corazón, no por el qué
dirán. La fama y la consideración que tengas entre la gente no es asunto tuyo,
no debe preocuparte.
Por último y no menos importante es,
no dejar actuar a tu ego cuando se trata de la ofensa. Sentirse ofendido crea
algo destructivo, que te hace atacar y guerrear contra el que te ofende. Hay
muchas ocasiones en las que nos podemos ofender, si le damos importancia, lo
único que conseguimos es debilitarnos. El caballo cuando no hace algo que le
pedimos es porque no sabe o no le indicamos como debemos. Nunca te sientas ni
ofendido, ni frustrado con él, porque él no sabe lo que significan esas
palabras.
Espero que te sirva para estar mejor
con los caballos y con las personas.
David
Muriel Holgado.
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