Acabo de leer el libro “Las vidas de
Winston”, escrito por Dolo Pérez Molina que es la fundadora del Santuario. Me
ha encantado y emocionado al leerlo, he aprendido mucho y ahora sé como Rafa y
Dolo se metieron en esta aventura de defender a los caballos. Amar a los
caballos sin límite desde la humildad. Lo dan todo a cambio de proporcionar a
los animales el máximo bienestar. Llegan a sus manos enfermos, cansados y machacados
física, mental y emocionalmente.
Los conozco hace años y he visitado varias
veces este lugar, que ahora es Santuario. Ya resalte en otras ocasiones la gran
labor que realizan en defensa, ayuda, recuperación de los caballos abandonados
y maltratados.
Página tras página Dolo nos envuelve
en multitud de situaciones que en cada una nos enseña algo nuevo y se va viendo
como sin apenas darse cuenta, actuando desde el corazón, se van rodeando de
caballos en muy mal estado y deciden crear una Asociación para ayudarles.
Cuando llegaron a La Cañada, Rafa
regalo un caballo a Dolo, que le puso el nombre de “Winston”, en el libro
explica por qué le puso ese nombre, también cuenta su relación con él, lo monta
muy poco, pero descubre que disfruta mucho estando a su lado y observándole,
aprende lo que necesita un caballo, que es compañía, libertad, seguridad y una
alimentación adecuada. Lo cuida cuando está enfermo, cura sus heridas, busca el
sitio más adecuada dependiendo de si es verano o invierno. Lo quiere con toda
su alma. Me gusta mucho está frase de Dolo en el libro «Alza tus alas y vuela»,
refiriéndose a Winston en su fatal final.
Los primeros caballos que llegaron al
Santuario fueron Ula, Bart, Bartola, Auka, Fenix, Lennon, Zeus, Lola, India,
Curro, Tango, Argos, Tatu, Luna, etc.. Cada uno llego de una manera distinta,
pero todos llegaron porque los humanos de los que dependían dejaron de darles
de comer, los abandonaron sin curar sus heridas, no sanaron su cuerpo, los
humillaron y despreciaron, los dejan tirados en una cuadra llena de basura. Los
abandonan cuando están viejitos, después de haberles explotado. ¿Cómo a un ser
vivo podemos considerar una propiedad, igual que a un coche? Muchos de estos humanos llegan al Santuario utilizando
el chantaje emocional, aprovechándose de la situación, amenazan de que si no se
los quedan los llevan al matadero. Los abandonan y provocan accidentes, luego
el dueño no aparece.
Cuantas noches en vela, cuantas
operaciones, muchas actuaciones burocráticas, fatigas varias, luchar contra
enfermedades, y darles el cariño que se merecen para curar sus heridas del
alma. Todo eso aparece detallado en el libro. La evolución que se aprecia en la
relación con los caballos, se hace evidente en cada página y desde que Dolo
recibe a Winston, que al principio no sabe que hacer con él, no sabe si lo va a
montar o lo tendrá para cuidarlo, la situación y su sensibilidad la van
orientando, va aprendiendo todo sobre los caballos, y empieza a ver el interior
especial de este animal. Conoce a través de otros la forma tradicional de
cuidar y atender a los caballos, desde el control y el maltrato, pero se revela
contra esto y lucha para que la gente con el único argumento de que «siempre se
hizo así» deje de hacer daño al caballo. Crece su cariño por este animal, no se acaba,
aumenta con cada caballo que recibe, sabe que necesitan de su ayuda y que cada
vez le satisface más velar por ellos y cuidarles. Leer este libro nos hace ver
al caballo de forma diferente.
Nos describe como los caballos se
relacionan entre ellos en bandas, como
se cogen cariño y se hermanan haciéndose inseparables, cuenta las rivalidades que
existen entre machos y el instinto de proteger a la manada. Ha llegado la hora
de devolverles la dignidad, de verles como seres libres y de dejar de tratarlos
como a esclavos.
Cuando Dolo puso «FIN» en su libro,
Las vidas de Winston acababan de empezar, desde entonces muchos caballos han
tenido la fortuna y el privilegio de llegar hasta aquí. Si no vais a leer este
libro, os puedo hablar del estado lamentable en el que se encontraba Fenix
cuando llego, en los huesos, tan delgado, lo débil que quedo cuando le quitaron
el tumor, como José el Veterinario le detecto piroplasmosis. De la operación de
la hernia de Bart en un garaje desinfectado. La odisea cuando iban a operar a Lennon
de una hernia y del pene que no sacaba para mear. De que Tatu llegó porque lo
iban a llevar al matadero al haberse cortado una pata con alambre de espino.
Así uno tras otro, con la misma o más ilusión que al principio.
Montaré un Refugio o ayudaré a
Santuario Winston http://santuariowinston.org Haz tu donativo en Num de cta. ES83 2038 1925
9160 0017 2644 es de Bankia.
David Muriel Holgado
Qué bonito artículo. Justo estaba por comenzar el libro, gracias
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