Conectar con el lado
derecho de nuestro cerebro, así sentiremos lo que hacemos con nuestro cuerpo. El
poder de la mente y nuestras emociones afectan a nuestro cuerpo y a nuestro caballo.
Debemos montar como si el caballo fuera nuestra pareja de baile y aprenderemos
a no pelear con él. Un nuevo concepto de equitación utilizando el cerebro
derecho, que es intuitivo, nos hace actuar de forma confiada y relajada.
El que utiliza el Hemisferio Izquierdo, es científico, matemático, le
gusta lo habitual, lo categórico y practico. Mantiene el control, domina las
palabras y el lenguaje. Analiza y manipula la información de forma ordenada,
piensa en estrategias, es realista y lógico. Tiene que recibir información para
que el lado derecho disponga de ella. Trabajando nuestro cerebro izquierdo
obtendremos la capacidad de analizar y anticiparnos, seremos capaces de
establecer objetivos claros, de utilizar estrategias; nos hará ser
perseverantes, determinantes y voluntariosos.
La persona que
utiliza el Hemisferio Derecho, es pasional y creativa, es un espíritu libre.
Rebosa de imaginación y sentimiento, esta imaginación puede influir en el
movimiento de nuestros músculos. Es poesía, arte y música, con una carga emocional
y humorística. No para quieto, muy intuitivo y sensual, sintetiza las cosas con
imágenes en lugar de palabras. Es como la sensación que sentimos paseando
descalzos por la arena, a la orilla del mar. Le gustan los colores vivos, busca
las risas siempre anhelando algo. Cuando piensa con el cerebro derecho
será capaz de encontrar soluciones y la buena relación con el caballo es más
importante que el objetivo, trabajando con empatía. Con una capacidad más
natural de saber cómo enfocar el entrenamiento de un caballo. Para
mantener al caballo concentrado, dispuesto y respetuoso, debemos hacer paradas
para que asimile lo que se le enseña, no utilizamos mucha presión. Trabajando
el cerebro derecho desarrollaremos más sensibilidad y estaremos más receptivos;
seremos más diplomáticos, tolerantes, constantes, dulces, pacientes y humildes,
obteniendo un cuerpo relajado y flexible.
Lucy Rees
dice en un artículo, que: “es posible ver que partes del cerebro son activas
durante varios tipos de actividad mental, mediante los scans MRI. No existe
exclusividad en el derecho o izquierdo en las actividades, ya que hay muchas
partes del cerebro que actúan y se coordinan. Los dos lados deben dejar de luchar y fluir
más. Concentración sin tensión, relajada y feliz. Los niños y los animales no
tienen desarrollado tanto el hemisferio izquierdo.
En tamaño, el cerebro humano es más del doble de grande
que el del caballo, gran parte es donde
los hombres tenemos la razón, la lógica, la imaginación, la planificación del futuro, el
lenguaje, etc.
El cerebro del
caballo tiene poca capacidad de racionalizar, no puede imaginar, no tiene
concepto de futuro, no hace planes. Vive el presente, el momento, con su gran
memoria mantiene los recuerdos de lo bueno y lo malo que le ha pasado. Si algo
ha cambiado en su entorno lo detecta inmediatamente. La parte del cerebro que controla los movimientos en
equilibrio en el caballo es más grande.
El sistema límbico es la parte del cerebro
implicada en las emociones, el hambre y la sexualidad. El sistema límbico es igual en el caballo que en el
hombre e igual de complicado.
Nuestra situación y estado de
ánimo lo manifestamos a través de nuestro cuerpo y la expresión de nuestros
gestos faciales, esta es la comunicación más antigua donde dejamos aflorar
nuestras emociones. En
la equitación, el sistema emocional condiciona en todo momento la relación
entre hombre y caballo, y debemos ser capaces de dejar de reaccionar
continuamente a cada uno de los estímulos que percibimos. Esta reacción la
hacemos a través de los músculos, que nos delatan sobre nuestro estado de
ansiedad. Imaginar la siguiente situación: Estamos con nuestro caballo por el
campo, se levanto mucho viento, un plástico sale volando, un perro ladra,
perdemos un estribo … nuestro caballo se asusta y quiere escapar de esa
situación, el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro deberá aceptar todo como
hechos y descartarlos, no teniéndolos en cuenta, para actuar con calma y evitar
el desastre.
A los caballos les gustaría que la persona actuara con
ellos desde el enfoque de su hemisferio derecho de su cerebro, para ellos es
más fácil de usar, ayuda a una buena conexión con el caballo. La forma de
actuar del caballo es con una actitud de hemisferio derecho. El caballo
necesita un líder que le oriente y le de seguridad, por eso el hombre necesita
tener intuición y una capacidad de liderazgo muy flexible. Al caballo le gusta
aprender y realizar lo que pedimos cuando no le forzamos a hacerlo, por eso si
le damos más libertad, conseguimos una actitud mejor y una buena voluntad. La persona que utiliza el lado izquierdo de su
cerebro no será tan flexible y no apreciara el estado de ánimo de su caballo en
cada situación.
El caballo durante siglos ha sido controlado y
entrenado desde un enfoque cerebral izquierdo. Hay formas de entrenar a los
caballos que su objetivo es hacerlo sumiso y sin voluntad, pero no nos damos
cuenta que así siempre quedan resistencias ocultas. Con estos métodos no se
consigue la lealtad del caballo. No abusar del caballo, pero cómo sabemos si
abusamos o no, lo que es abuso en un
momento puede no serlo en otra circunstancia. Una caricia evidentemente no es
abusiva, pero unos golpes en su cuello que propina el jinete a su caballo para
felicitarle, después haber obtenido un buen resultado en una prueba, puede que
si. Un simple toque puede ser abuso, si le causamos una molestia emocional o
física, en cambio un golpe con nuestra mano para matar una mosca lo agradecerá.
El trabajo con el caballo en libertad nos quita esta preocupación, si el
caballo no nos presta atención o se va, es que no lo estamos haciendo bien o
estamos abusando, esto nos hace actuar con más sensibilidad y delicadeza para
que acepte lo que pedimos.
Hoy en día se
entrena a los caballos con rapidez sin mirar por su bienestar. Si lo
adiestramos utilizando el método de doma en libertad, obtenemos una mayor
lealtad del caballo y conseguimos que sea más fiable. Su bienestar, la calidad
de la conexión y la relación con él, será más importante que el objetivo que
queremos conseguir. Si adiestramos en libertad al caballo en picadero redondo por ejemplo,
si actuamos de forma violenta y con poco tacto, conseguimos que el caballo se
vaya, por eso no tenemos más remedio que actuar con delicadeza, suavidad y
sensibilidad, trabajando desde el lado derecho del cerebro, como una forma de establecer
una conexión con el caballo.
Este tipo de
actuación nos ayuda en nuestra vida, haciéndonos ver como debemos comportarnos.
Se debe
disfrutar aprendiendo. Cuando se obliga a aprender algo por la fuerza, lo que
se consigue es traumatizar a la persona. Cada uno tiene sus preferencias y
habilidades, el educador debe saber como orientar a cada alumno, respetando sus
preferencias y educando sin presionar, ni abusar.
Los sistemas educativos no se preocupan en enseñar a utilizar más el
cerebro derecho que el izquierdo. Por nuestra cuenta a través de ciertas
actividades, debemos educar esta parte importante de nuestro cerebro.
David Muriel
Holgado.
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