El 15 de abril se presentaba
intenso. Con motivo al lanzamiento y promoción de mi libro “Conocer y sentir al
caballo”, que muchos ya habéis oído hablar de él, visite en Gredos a una
Asociación protectora de caballos. En este viaje del caballo me encontré con
personas especiales y paisajes maravillosos. Una de esas personas es Carmen que
cuida con devoción a los caballos que ha ido recibiendo en su Asociación y a
los que nunca puede decir que no. Tiene un total de quince y prácticamente está
sola para atender a todos, un trabajo gratificante pero muy cansado. El lugar
es un sitio idílico de prados deseados por cualquier caballo situado entre
Piedrahita y Barco de Ávila muy cerca de Barco, al circular por esta carretera
N-110 puedes parar a reponer fuerzas en la Venta de San Lorenzo en el pueblo de
San Lorenzo de Tormes que Antonio te hará pasar un rato gastronómico
inolvidable.
En este pueblo es donde Carmen
tiene a sus caballos en tres prados distintos, en uno tiene a seis de los que
menos cuidados requieren, entre ellos un caballo tordo tan maltratado que me
recibe con las orejas aplastadas y no para decirme fuera de aquí sino para
pedirme que no le agreda y muerda sus orejas, después solamente quiere recibir
mimos; en otro tiene a una yegua y a un potro de cuatro años que recogió hace
tiempo y no hace mucho nació de la unión de esos padres un potrillo precioso
con una estrella en la frente que dará mucho que hablar, es un mimoso al que
hay que enseñarle las normas sociales para que respete tu espacio; en el último
prado tiene a los que necesitan cuidados especiales, una pona blanca que tiene
una lesión en su mano, una yegua alazana que tiene mucha artrosis que se le
agrava con una lesión en su mano derecha, esta yegua dice Carmen que llego muy
deteriorada y que poco a poco se recupera, otro caballo alazán tiene la
enfermedad de Cushing suele darse en caballos mayores, este se distingue de los
demás porque tiene mucho pelo al no poder cambiarlo, otros dos están muy
delgados y necesitan una alimentación especial porque su dentadura no les
permite comer heno, a estos también al estar muy viejitos y muy flacos en las
noches de invierno les pone una manta para abrigarlos. La acompañe en su C15,
recorriendo los caminos para llevarles agua en unas garrafas que llena en el
caño del pueblo y lleva a los prados que no tienen pozo. Se tiene que tener
mucha pasión por los caballos para realizar este trabajo tan encomiable. Dice
Carmen que ha dejado de hacer rutas a caballo y ahora se dedica a ellos en
cuerpo y alma, además le encanta explicar a los niños todo sobre los caballos,
estos pequeños son los que aún guardan esa inocencia y sutileza muchas veces
necesaria para estar y entenderse con los caballos.
En las imágenes que acompaño
veréis que es verdad lo que digo.
Gracias Carmen.
El
libro que he escrito lo puedes comprar en la Asociación.
Necesitan
padrinos para sus caballos rescatados entra en su página web:
David Muriel Holgado.
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